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Deseos de Venganza Cap 15-16-17

gabito

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Oct 7, 2001
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Capítulo XV


Daniela estaba sentada sobre la cama, mientras Romina caminaba de una lado al otro por la habitación.
- Tranquilízate. Tenemos que pensar en la forma de salir de aquí.- Le dijo Daniela a la nerviosa Romina.
- Es fácil para ti decirlo.- Replicó. – No eres a quien han secuestrado.-
- Creo que te equivocas en eso. Ambas estamos prisioneras aquí.- Dijo la detective.
- Sí, tienes razón. Perdóname. Es que toda esta situación me aterroriza. No me han lastimado, pero es una tortura de todas formas.- Exclamó Romina.
-¿Qué te han hecho?-
- Cosquillas. Me torturan haciéndome cosquillas por todas partes. Es humillante, me han hecho orinar encima, y... Olvídalo. Lo único que quiero es salir de aquí.-
Daniela no apartaba la vista de la chica, quien caminaba de un lado a otro haciendo gestos y moviendo los brazos ampulosamente, sin dejar de mirar el suelo todo el tiempo.
- Mis compañeras deben estar buscándonos. Estoy segura que están por ahí afuera en estos momentos. Es solo cuestión de tiempo para que entren aquí.- Dijo Daniela intentando calmar a Romina, pero creyendo verdaderamente en lo que estaba diciendo. – Es por eso que debemos estar despejadas, y listas para actuar con rapidez cuando eso ocurra.- Culminó.
Alicia fue la primera en entrar a la habitación en donde las chicas estaban encerradas. Las otras tres la siguieron de cerca. Apenas se abrió la puerta, Romina se sentó contra un rincón del cuarto aterrorizada, abrazando sus rodillas. Su mirada estaba fija en el vacío, llena de temor.
Por el contrario, Daniela se levantó de la cama, y les hizo frente.
- No se quien eres tú, pero te aconsejo que no te involucres en este asunto. Sí no quieres tener problemas con la ley, será mejor que nos dejes ir ahora mismo, y no te alíes con esta mujer.- Exclamó Daniela. – Pues de lo contrario, podrías terminar en la cárcel, lo mismo que éstas.-
Alicia no esperó que la chica reaccionara de esa forma. Con una sonrisa sutil dibujada en el rostro, volteó la cabeza para mirar a Claudia. La jefa de la pandilla, le devolvió la mirada, con una sonrisa más plena.
- Dime Claudia. ¿Es verdad lo que dice esta chica?- Preguntó con tono de burla la dueña de casa.
- Me parece que es cierto.- Contestó Claudia con sorna. – No quiero perjudicarte, así que sí crees que es lo correcto, nos marcharemos y las dejaremos aquí para que llames a la policía.- Añadió.
Alicia miró a Daniela de arriba abajo, contemplando su cuerpo. La belleza de la chica, era algo que no podía discutirse, y ella no podía dejarlo pasar por alto.
- Debo confesar que me gustaría que las dejaras aquí. Así que como viejas buenas amigas, te pido que la compartas conmigo.- Dijo Alicia soltando una carcajada.
- Lo haré. No te quepa la menor duda.- Respondió Claudia. – Chicas, a ella.- Ordenó.
Florencia y Eugenia se abalanzaron sobre Daniela. La chica se resistió con furia.
-¡Suéltenme, hijas de puta! ¡Van a pagar caro por esto!- Les gritó.
Pero la potencia física, sobre todo la de Florencia, se hizo notar. Con bastante esfuerzo, consiguieron arrancarle la ropa, y finalmente tumbarla sobre la cama. Claudia se sentó sobre su vientre para mantenerla inmóvil, mientras Alicia ataba el tobillo derecho a uno de los postes de los pies de la cama, para luego hacer lo mismo con el otro. Florencia y Eugenia tomaron un brazo cada una, y los estiraron hacia el respaldo. Los mantuvieron con firmeza para que Alicia no tuviese inconvenientes para atar sus muñecas, a él.
Claudia se levantó, y se paró junto a Alicia. Cruzó un brazo por sobre su hombro.
- No había notado que era tan hermosa.- Le dijo a su amiga.
-¿Quieres comenzar tu?- Preguntó Alicia.
- Tú eres la dueña de casa. Creo que te corresponde el honor.- Dijo con una sonrisa.
Alicia se trepó en la cama, y se acomodó de rodillas entre las piernas abiertas de Daniela.
-¿Puedo contar con tu asistencia y la de tus chicas?- Preguntó Alicia.
- Por supuesto, ¿qué quieres que hagamos?- Respondió Claudia.
- Creo que Florencia debería acomodarse sobre su pie derecho, y Eugenia sobre el izquierdo.-
- Así será. Chicas.- Dijo Claudia echándole una mirada a sus chicas para que hicieran lo que Alicia decía.
- Lentamente.- Dijo Alicia.
Tanto Florencia como Eugenia, empezaron a deslizar las yemas de sus dedos sobre las plantas de los pies de Daniela. La chica se estremeció un poco. Retorció los pies e intentó encogerlos. Florencia, tomó los dedos del pie que le correspondía, y los echó hacia atrás para dejar la planta vulnerable. Eugenia miró a su compañera, y siguió sus movimientos. Con mucha lentitud, ambas mujeres comenzaron a hacerle cosquillas en las plantas de los pies, dibujando figuras de ocho con un dedo. Florencia miró a su compañera Eugenia, quien ante un gesto de ella, siguió todas sus maniobras como si fuese un espejo. Apoyó la yema de su dedo índice sobre la bola del pie de Daniela. Eugenia hizo lo mismo. Ante una señal, las dos deslizaron sus dedos hacia abajo, en línea recta, hasta llegar al borde del talón. Luego en la dirección opuesta. Una y otra vez, para después volver a las figuras de ocho, y alternar nuevamente con las líneas rectas.
Daniela cerró los ojos, y frunció el ceño. Podía manejar las sensaciones, al menos por el momento, pero no sabía cuanto tiempo más lo haría. Alicia observó la expresión de su rostro, y supo que la chica tenía suficientes cosquillas como para proporcionar un buen entretenimiento.
- Sigan así, lento y continuo.- Les dijo a las mujeres. – Esto se va a poner bueno.-
Claudia miró a su amiga, luego la labor de sus chicas, y luego a Daniela, quien comenzaba a estremecerse más notoriamente, sin reír todavía.
De pronto, un quejido se escapó de entre sus labios, y una mueca de complacencia, se dibujó en el rostro de Claudia.
-¿Te gusta esto, chica?- Alicia preguntó.
-¡Vete a la mierda!- Fue la contestación de Daniela.
Para ese momento, su sonrisa era incontenible. No tardaría mucho tiempo más en empezar a reír con ganas. Claudia se inclinó sobre la cama, y empezó a acariciar la axila derecha de la chica. Esto rompió la concentración de Daniela, quien ahora reía por primera vez. Trató de hacerse a un lado, pero sus ataduras no le permitían el movimiento suficiente para evadir los dedos de Claudia.
-¡No! ¡Hihihihihihihi! ¡No!- Daniela se quejó.
Las mujeres recibieron la exclamación con satisfacción.





Capítulo XVI


Claudia se sentó sobre el vientre de Daniela. Esto le permitió usar sus dos manos con mayor libertad para hacerle cosquillas en el torso. Hundió una mano en cada axila de la chica, y las movió con furia. Florencia y Eugenia continuaban haciéndole cosquillas en las plantas de los pies, deslizando sus uñas con más presión sobre la piel, pero aún con movimientos lentos.
Daniela se había esforzado mucho por luchar contra las sensaciones. Sus intentos por aguantar la risa, finalmente terminaron, y ahora reía contra su voluntad.
-¡Hihihihihihihi! ¡Hihihihihi! ¡No! ¡No! ¡Hihihihihi! ¡Basta, basta! ¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi! ¿Qué es hihihihi lo que hihihihihihi no, hihihihihi de mí?-
- No queremos gran cosa.- Dijo Alicia. – Lo único que pretendemos, es que la pases bien. ¿No es cierto chicas?-
-¡Sí!- Contestaron las otras tres mientras reían.-
-¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi! ¡No me hagan hihihihihi más cosquillas! ¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi! ¡Por favor! ¡Hihihihihi!-
Romina se cubrió el rostro con las manos, mientras escuchaba las súplicas de Daniela. Sentía pena por ella, pues sabía muy bien lo terrible que era estar indefensa y a merced de alguien que solo tenía la intención de torturarte.
Mientras las dos mujeres que le hacían cosquillas en las plantas de los pies, aumentaban la intensidad de su ataque, Claudia dejó de acosar sus axilas. Ahora se dedicaba a su vientre, deslizando sus uñas suavemente sobre la delicada piel. Sus manos se movían sin patrones definidos, tratando de abarcar toda superficie posible. La detective no podía dejar de reír.
-¿Te gusta que te hagan cosquillas, bebé?- Alicia se burló. –¡Cosquillas, cosquillas, cosquillas! ¡Hay alguien con muchas cosquillas por aquí!- Continuó
-¡Basta, por Dios, basta! ¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi!- Daniela se quejaba. -¡Hihihihihi! ¡Basta, basta! ¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi!-
Por supuesto que las cuatro mujeres no le hicieron caso. Sus súplicas, solo las animaron a continuar con más ganas todavía.
-¡Cosquillas, cosquillas! ¿Te estás divirtiendo? ¡Porque nosotras sí!- Alicia exclamó.
Claudia empezó a usar sus uñas sobre los pechos de la detective. Siguió los bordes redondos de esas tetas con mucha delicadeza. La sensación que provocó, fue algo que Daniela no esperaba. Sus pezones empezaron a responder al estímulo, endureciéndose un poco.
-¡No, no hagas eso! ¡Hihihihihi! ¡No me toques las tetas, hija de puta! ¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi!-
Las cosas empeoraron para Daniela. Dos mujeres le estaban haciendo cosquillas en los pies. Otra le hacía cosquillas en los pechos, y la cuarta, quien hasta ahora solo la atormentaba verbalmente, entró en acción directa.
Con las piernas separadas, la entrepierna de Daniela estaba expuesta. Alicia deseaba explotar esa vulnerabilidad. Con mucha delicadeza, empezó a lamer los labios vaginales de la detective. Lo hizo lentamente, metiéndola ocasionalmente en el conducto. Daniela se estremeció. La palpitación del nuevo contacto comenzaba a apoderarse de su cuerpo.
-¡Hihihihihi! ¡No! ¡Ahí no, ahí no! ¡Por favor... ahí no, ahí no! ¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi! ¡No, por Dios Alicia, ahí no! ¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi!- Fue la respuesta de la detective.
La intensidad de las cosquillas que la estaban haciendo flaquear. Luchaba por evadir las nuevas sensaciones causadas por el ataque a su entrepierna, pero sabía que no podría mantener su resistencia durante mucho tiempo más.
Alicia se incorporó un poco, y usó la lengua para estimular su clítoris. Éste ya había empezado a hincharse, y sobresalía de su capullo. La dueña de casa tuvo gran delicia en hacerlo.
Claudia acariciaba los pechos de Daniela usando sus uñas, asegurándose de hacer la presión justa como para hacerle cosquillas. Florencia y Eugenia, le hacían cosquillas en las plantas de los pies, y ahora, también atormentaban bajo sus dedos.
-¡Por el amor de Dios! ¡Hihihihihi! ¡Ya no me hihihihihi hagan más cosquillas! ¡No aguanto más! ¡ ¡Hihihihihi!-
-¿Qué ocurre, chica? ¿Nunca te hicieron cosquillas?- Preguntó Claudia con tono burlón.
En realidad, nunca antes le habían hecho cosquillas a Daniela. No de esa forma. No como una tortura, aunque ahora el placer quizás le hiciera perder esa condición.
La sensación de que iba a tener un orgasmo, crecía sin pausa en ella. De un momento a otro acabaría. Las cosquillas la hacían sufrir, y al mismo tiempo, estaban dándole un cúmulo de sensaciones mezcladas, que no podía asegurar que no le gustasen. Empezó a mover sus caderas, hacia los lados, luego se arqueó un poco, con la intención de presionar su clítoris más contra esa hábil y caliente lengua que estaba llevándola al límite.
Alicia sentía la temperatura del cuerpo aumentar, y la sangre hervir bajo la piel. Claudia miraba a Daniela directamente al rostro. Los ojos de la chica estaban cerrados con fuerza, al igual que sus puños.
-¡Aaahhhh! ¡No! ¡Ahhh, ahhh! ¡Hihihihihi! ¡Ahhh! ¡Sí, sí! ¡Siiii! ¡Más cosquillas! ¡Dios! ¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi!- Daniela exclamó fuera de control, sin ser verdaderamente consciente de lo que estaba diciendo.
Casi al mismo tiempo, Claudia y Alicia gritaron basta. Florencia y Eugenia se detuvieron en ese instante. Daniela había estado al borde del orgasmo. Un par de segundos más, y hubiera estallado en éxtasis.
-¡Noooooo!- Gritó la chica desesperada por la interrupción. La lujuria se había apoderado de ella, y ahora se sentía frustrada.
Tanto Alicia como Claudia, buscaban esa respuesta. Era parte de su diversión, ya habían jugado ese mismo juego en muchas oportunidades antes, con más chicas de las que podían recordar. Sin embargo, para la detective, era la primera vez.
-¡No se detengan! ¡Síganme haciendo cosquillas! ¡Por favor, por favor!- Suplicó Daniela sin poder creer que estaba diciendo algo como eso.
- No te preocupes, querida. Aún no hemos terminado contigo.- Dijo Alicia.
Entonces, se levantó de la cama, y se dirigió hasta el rincón en donde todavía Romina estaba agazapada.
- Es tu turno, dulzura.- Le dijo.
-¡No, por favor! ¡No me hagan cosquillas a mí! ¡Por favor, haré lo que quieras, pero no me hagan cosquillas!- Romina rogó, temerosa de que le hicieran lo mismo que a la chica que supuestamente había ido a salvarla.
- No te preocupes. Si haces lo que te digo, no vamos a hacerte cosquillas.- Alicia la tranquilizó a medias.
Romina se puso de pie, dubitativa. Alicia la tomó por la muñeca, y la condujo hasta la cama. Las otras tres mujeres, permanecían en sus lugares gozando de los ruegos de Daniela para que siguieran atormentándola.
- Ahí, ponte entre sus piernas, tomarás mi lugar.- Alicia ordenó.
Romina obedeció, realmente estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal no de volver a pasar por la humillante tortura de cosquillas por la que había pasado antes.
-¿Ves esa concha? Cuando yo de diga, empezarás a chupársela. Y no quiero que te detengas hasta que ella acabe. Si fracasas, tomarás su lugar.- Dijo Alicia. – Y te aseguro que no va a gustarte eso.- Concluyó.
Romina asintió con un movimiento de cabeza. Se resignó a esperar el momento en que la mujer le diera la orden.
- Bueno, chicas. Creo que el descanso ha terminado, continuemos.- Sentenció Alicia.





Capítulo XVII



-¡Sí, sigan, sigan!- Exclamó Daniela, deseando que ésta vez, las mujeres la hicieran acabar, aunque para eso tuviera que padecer la tortura de cosquillas primero.
- Ahora.- Dijo Alicia.
Florencia y Eugenia, empezaron a hacerle cosquillas en las plantas de los pies. Esta vez, sin ninguna delicadeza. Escarbaron con sus dedos, tan rápidamente como les fue posible, haciendo que la chica empezara a retorcerse de inmediato. Al mismo tiempo, Claudia empezó a hacerle cosquillas en las axilas, furiosamente. Querían hacerla sufrir todo lo posible, antes de causarle el mayor de los placeres. E iban por buen camino.
-¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi! ¡No, no! ¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi!- Daniela chilló sacudiendo la cabeza de un lado al otro.
Alicia se tendió junto a la detective, y le quitó el pelo de la cara.
-¿Qué ocurre, chica?- Alicia le preguntó. -¿Acaso no pediste que siguiéramos haciéndote cosquillas?- La mujer se burló.
-¡Sí! ¡No! ¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi!-
-¿Sí o no?- Volvió a preguntar.
-¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi!- Fue lo único que pudo responder.
- Creo que ella no quiere que le hagamos cosquillas, solo desea que le chupemos la concha.- Intervino Claudia.
- Eso no vale.- Dijo Alicia. – El tratamiento para el orgasmo debe ser completo.
-¡No, no! ¡Hihihihihi!-
- Si no quieres que te hagamos cosquillas, solo dilo. Y saldremos de este cuarto, y nos dedicaremos a Romina.- Preguntó Alicia.
-¡No! ¡Sigamos con ella!- Exclamó Romina.
- Tu no debes hablar.- Dijo Claudia sin voltearse a mirarla.
- Si lo quieres, debes sufrir primero.- Sentenció Claudia.
A Daniela, la cabeza le daba vueltas. No quería que la siguieran torturando, pero estaba tan sumida por la excitación, que aún con la pausa, su libido no había decrecido. Su razonamiento lógico, le decía que debía pedir que la dejaran tranquila, pero su lujuria, fue la primera en hablar.
-¡Sigan! Sigan haciéndome cosquillas. Pero por favor, háganme acabar.- Exclamó sorprendiéndose de su pedido.
- Muy bien, que así sea.- Dijo Alicia, y ordenó que las penurias de Daniela continuaran.
Las dos secuaces intercambiaron sonrisas, y reanudaron su asalto de cosquillas en los pies, con ganas y furia. Claudia volvió a atacar las costillas, apretujando con fuerza cada una de ellas.
-¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi! ¡No, no! ¡Hihihihihi!- Daniela rió.
Alicia contempló toda la escena, y le echó una mirada a Romina, quien tenía la cabeza gacha y la mirada perdida. Solo esperando que le ordenaran comenzar.
Después de unos quince minutos de hacerle cosquillas a Daniela, la chica estaba retorciéndose salvajemente. Reía fuera de control, y el sudor empezaba a cubrir su cuerpo. La sensibilidad de su piel había aumentado enormemente, y creyó que estaba al borde del desmayó. Su cuerpo enviaba esas señales claramente, por lo que Claudia dejó de hacerle cosquillas en las costillas, y se dedicó nuevamente a sus pechos. La detective tenía los pezones duros, y continuaba riendo.
Mientras tanto, Andrea y Stella Maris, habían llegado a la casa. Recostadas contra una de las paredes laterales, oyeron risas y lamentos. La voz les resultó familiar. Una a otra se miraron.
-¿Esa es Daniela?-
Stella Maris dijo con una sonrisa, pero el gesto adusto de Andrea, pronto hizo que la expresión de la detective cambiara.
- Creo que la están torturando.- Dijo Andrea.
- No parece estar pasándola muy mal.- Replicó Stella Maris.
Dieron unos pasos rodeando la construcción, en busca de algún lugar por donde colarse adentro sin ser vistas. Aprovechando el bullicio general, se metieron en la casa por una puerta exterior que conducía al sótano.
Con mucha cautela, bajaron las escaleras tan solo con sus linternas para iluminar tenuemente, la oscuridad del lugar. El sitio estaba repleto de aparatos de constricción. Varios tipos de cepos, una cruz de San Andrés, un potro de tormentos, y varios aparatos de ese tipo, los cuales no pudieron identificar bien a causa de la escasa luz.
- Nos quedaremos aquí un rato hasta que todo se calme.- Dijo Andrea. – Entonces buscaremos a las chicas.-
Stella Maris no estaba muy segura, pero dado que Andrea conocía a Claudia, pensó que su opinión sería la más acertada. Y se sentaron a esperar.
En el piso superior, el tormento de Daniela continuaba.
-¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi! ¡Basta, por Dios! ¡Basta de cosquillas! ¡Hihihihihi! ¡Hihihihihi! ¡Háganme acabar! ¡Ya no aguanto más cosquillas!- Suplicó desesperadamente.
Alicia se inclinó sobre su cara, y la besó en la boca, con pasión. Luego le dio la orden a Romina. La chica nunca había tenido experiencias lésbicas. Dudó unos segundos sin saber que hacer realmente, pero se dispuso a chuparle la concha en la forma en que a ella le gustaba que se lo hicieran.
-¡Hihihihihi! ¡Sí... sí!- Daniela gritó.
Tres mujeres estaban haciéndole cosquillas furiosamente. Una besaba su boca, y lamía sus pezones, con algún ocasional mordisco en ellos. Romina, la última en sumarse al grupo, estimulaba su clítoris, sin la destreza de Alicia, pero con la suficiente habilidad como conducirla al orgasmo.
El tormento de Daniela ya llevaba más de dos horas, y el cuerpo le ardía a causa de tanta estimulación. Esta vez, acabó. Tuvo un poderoso orgasmo. De un modo como jamás los había tenido. Arqueó la espalda, gimió, y después de un suspiro de placer, se desmayó.
Alicia y Claudia salieron de la habitación. Florencia y Eugenia desataron a la chica, y la dejaron inconsciente sobre la cama. Romina había vuelto a acurrucarse temerosa en el rincón, pero complacida de que esta vez no le hubiesen hecho cosquillas a ella, pero ofendida por lo que había tenido que hacer.




PD: Paciencia, ya casi termina.
Gabito
 
¡¡ Muy bien gabito !!, la historia se pone cada vez más excitante, más ardiente, una vez más te felicito y sigo aguardando el capítulo final 🙂.
 
Recuerdo bien que gabito dijo que esta historia terminaría en Febrero, pero como no dijo de que año quizá se refería al 2008 o a otro año, porque en Febrero de este año, no creo 🙄.
 
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